Una colección de artículos que se le fue de las manos, y que decidió reformatear cuando vio que acumulaba varios miles de palabras. Así explica Alfonso Piñeiro el origen de La Ola Definitiva, obra que define como un “breve ensayo literario de urgencia” para hacer frente a las consecuencias de la nueva normalidad. El libro combina diferentes géneros, desde la crónica en primera persona hasta el análisis en profundidad, pasando por el sainete dramático, para invitar a una reflexión social de cara a una gestión más eficaz e inteligente de la pandemia COVID-19.
Con todos esos ingredientes en la coctelera, resulta difícil definir en una sola frase el sentido de La Ola Definitiva. En palabras de su autor “es una llamada al sentido común por encima del festival de obligaciones, prohibiciones, restricciones y excepciones que vivimos con la gestión de la pandemia”. Además, recalca siempre que puede el carácter de “urgencia”, el “toque de atención para conjurar el riesgo de que esas medidas sean eternas. En su opinión, dicho riesgo es “mucho más cercano del que nos permitimos imaginar”.
Un ejemplo: la medida estrella, por visual, de la pandemia: las mascarillas. Lejos de identificarse con el posicionamiento público de algunas figuras reconocidas del pop español, el ensayo de Piñeiro defiende su uso, pero también apunta que su obligatoriedad permanente incluidos espacios abiertos tiene explicaciones de carácter técnico y político, pero no necesariamente sanitarias. “El virus no está en la calle”, añade, “si lo estuviera, quienes viven en un primer o segundo piso con balcones o ventanas a la calle, deberían usar mascarilla no solo cuando se asomen a ellos, sino incluso dentro de sus casas”.
Ese riesgo de medidas eternas tiene su mayor manifestación en la nueva tribu de los nada. Se trata de expresión acuñada para definir “las consecuencias de vivir bajo el señuelo del culto casi religioso” a ciertos estilos de vida. Un culto que, según su autor, “dicta la sublimación permanente y sistemática de los consejos saludables, y que en la convivencia con la pandemia se ha convertido en una obsesión por evitarlo todo, porque todo puede ser un foco de riesgo”. Si se evita todo, lo que queda es “nada”, y de ahí el nombre de la “tribu”.
Cabría preguntarse entonces si la propuesta de Piñeiro pasa por aceptar la llamada “inmunidad de rebaño”, pero no es así: las medidas son “bienvenidas” pero se ha de vigilar que tanto su aplicación como su duración lo sean por el tiempo estrictamente necesario, ya que son “insostenibles” a largo plazo. “Con distancias y mascarillas a la humanidad le damos muy pocas opciones para sobrevivir como especie, si se convierten en la única interacción posible de los próximos años”, explica el autor de La Ola Definitiva.
El título de la obra procede de las diferentes “olas” que se han ido definiendo por la incidencia acumulada de la enfermedad. Pero “la ola definitiva” será la que tenga que ver con las consecuencias económicas y sociales. El libro desmonta el debate sobre “salud o economía”, que considera falso. “El verdadero debate es cuánta actividad puedes restringir sin que las consecuencias se vuelvan en contra del propio sistema sanitario en cuya protección nos afanamos hoy”. Dicho de otra forma: sin actividad no hay impuestos, y sin impuestos no hay dinero para sostener el sistema sanitario, ni otros baluartes públicos como la educación, la seguridad o la protección social.
En su análisis de la nueva normalidad, Piñeiro desvela los elementos que confluyen en ella y que generan confusión a la hora de utilizar el concepto. Así, tenemos cuatro componentes: la Normalidad Digital, como evolución tecno-social previa a la pandemia y acelerada por ella; la Nueva Anormalidad, sobre la base de las medidas de contención; la Vieja Anormalidad, donde se encuentran atavismos sociales y económicos ya caducos; y la Normalidad Social, cuya recuperación deberíamos ser “prioritaria” como seres humanos.
La desconfianza en esa recuperación de la normalidad tiene que ver con la forma en la que se han trasladado leyes y mensajes a la población, no con la ciencia misma. Piñeiro considera que las vacunas son la mejor herramienta hasta la fecha para superar la situación. Pero también recalca que por si mismas “no son ni siquiera el principio del fin, sino a lo mejor y con suerte el fin del principio”. Por eso afirma que “despertar del milagro de las vacunas será doloroso” para quienes hayan confiado a ellas sus expectativas de recuperar la normalidad. “Salvarán vidas, pero se necesita mucho más para ese objetivo”, agrega.
El autor se considera “un optimista incurable” al que como tal le “duele” la insostenibilidad a largo plazo de la actual gestión pandémica. “Asumamos que mientras no exista una solución médica total a escala mundial, las restricciones no van a terminar. Serán cíclicas. Y aleatorias”. Restricciones que, tal como están planteadas, son “la peor combinación posible para un entorno de prosperidad y bienestar: lo grave no es parar un tiempo, lo grave es la indeterminación, la arbitrariedad, la incertidumbre permanente”.
Frente a “soluciones del siglo XIX”, Piñeiro hace notar que hoy tenemos opciones para atacar al virus por otras vías además de la sanitaria, y reivindica un papel más protagonista para disciplinas que van desde la inteligencia artificial hasta la planificación urbana, pasando por una comunicación más eficaz y empática. “Para encarcelar a todo el mundo en sus casa, imponer toques de queda, cerrar comercios y arrasar sociedades enteras no hace falta contar con expertos. Para eso sirve cualquiera, no hace falta ni que tenga estudios”.
Y un elemento especialmente llamativo en La Ola Definitiva es que, a pesar de que su autor se mantiene firme casi desde la primera página frente a las tentaciones de las conspiranoias, el libro se cierra con un capítulo en el que se desvela la única y verdadera trama de esta pandemia: dónde pudo haberse originado, cómo pudo haberse concebido, y qué intenciones reales pudo haber detrás del estallido de la pandemia. “Es algo que dudé mucho en contar, porque puede suponer un antes y un después en mi reputación... pero me pareció necesario dar a conocer algo tan sensible y de interés público”, explica Piñeiro.
Alfonso Piñeiro es licenciado en Periodismo y especialista en Comunicación y Gestión Política.
Aunque no ejerce como tal en la actualidad, ha tocado casi todos los palos de su profesión, y ha firmado cientos de reportajes, artículos y columnas de opinión.
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Fuente original: Comunicae.es.