Según AIS Group, en el actual escenario, no valen los modelos de gestion de riesgo que se utilizaban hace siete meses. “Hay que conocer los riesgos actuales y futuros que asume la empresa que solicita un crédito, su sector económico específico de actividad, y cómo piensa hacer frente a los riesgos”, comenta Jose Manuel Aguirre, economista y Director Comercial de AIS Group. “Las entidades financieras y las administraciones gubernamentales -añade- se enfrentan al reto de otorgar préstamos a las empresas que deben producir la reactivación de la economía, y deben hacerlo controlando al máximo el riesgo”.
Ante este escenario, AIS Group ha elaborado diez medidas que bancos y fintech deben tener muy en cuenta:
1. Disponer de información lo más actualizada posible de la situación financiera de las empresas. Tradicionalmente, los créditos se conceden en base a una información que se revisa una vez al año. En las circunstancias actuales, en numerosos casos puede existir un gran desfase entre los datos del balance y los estados contables y el estado real de las empresas en estos momentos. Tener información transaccional en tiempo real permitirá evaluar la capacidad de pago de las compañías y la conveniencia de conceder o no un crédito.
2. Incorporar el efecto COVID en los scorings y ratings. Es necesario hacer una reestimación de los modelos de gestión de riesgo que tenga en cuenta los cambios producidos en los distintos sectores económicos y su influencia en la situación de la empresa.
3. Utilizar técnicas machine learning que potencien el poder predictivo de los modelos. La principal característica de estas técnicas de Inteligencia Artificial es la de incorporar gran cantidad de datos de todo tipo que afinan la capacidad predictiva de los modelos, su nivel de acierto.
4. Disponer de modelos paralelos de gestión de riesgo de crédito que se reestimen periódicamente de forma automática y se comparen con los modelos en funcionamiento para recomendar su necesaria actualización a la que muestren signos de debilidad (de menor predicción).
5. Optimizar el seguimiento de las carteras. Desarrollar modelos de alertas tempranas para detectar posibles situaciones susceptibles de derivar en impago, antes de que éste sea realmente efectivo y dando así margen a la entidad de tratar de reconducir la situación.
6. Simulación de escenarios. En una situación de tanta incertidumbre es vital ser capaz de ver cómo pueden evolucionar los indicadores macroeconómicos y tomar así las decisiones óptimas. El stress testing es fundamental para decidir posibles cambios estratégicos en función de los cambios de la economía.
7. Dotarse de herramientas de recobro efectivas. Actualmente, la mayoría de las operaciones de crédito se enmarca dentro de las líneas avaladas por el Estado, por lo que el riesgo para bancos y fintechs es ahora mismo reducido en función de la proporción de dicho aval. Sin embargo, cuando estas líneas se agoten, deberán ser las entidades financieras las que asuman ese riesgo y, dada la situación actual, todo hace prever que habrá un incremento de las tasas de morosidad. Las entidades deben prepararse para esta contingencia. Para ello contar con software suficientemente elaborado para definir estrategias de cobranza o de renegociación.
8. Mejorar la experiencia de usuario en el canal digital. La digitalización de servicios financieros es un camino sin retorno y cada vez más necesaria su implementación para la competitividad cada día más clara entre las entidades financieras de todo tipo. La experiencia de usuario y el viaje del cliente lleva a comparar el tipo de servicio y eficiencia ofrecidos por distintas entidades, por lo que es un elemento fundamental.
9. Fraude. Los canales digitales, por otra parte, requieren de controles y seguridad informáticos reforzados y dinámicos, ya que los ataques se van adaptando a nuevas formas de protección y a huecos de seguridad informática en los respectivos programas.
10. Evaluar su capacidad de transaccionalidad y dotarse de los equipos técnicos necesarios para dar respuesta. Es importante ya no solo medir, sino también predecir qué volumen de transacciones tendrán las entidades para asegurarse de que serán capaces de asumir ese volumen.
En estos mercados dinámicos y cambiantes solo tendrán capacidad de subsistencia las empresas que sean lo suficientemente flexibles para adaptarse a los cambios de uso, prácticas y nuevos requerimientos de clientes y mercado.
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Fuente original: Comunicae.es.